martes, 15 de noviembre de 2016

Información general sobre el Realismo

REALISMO LITERARIO

Introducción
El realismo literario fue una corriente estética que fue la influencia en la ruptura con el romanticismo, tanto en las ideas como en las formalidades, en la segunda mitad del siglo 19. 
Se amplió a las artes plásticas en partes de latino américa.


Origen del término
Apareció aplicado en una literatura el 1825 para referirse a la "copia" por parte de los románticos de la naturaleza y al detalle descriptivo de algunos de sus novelistas. Tiempo después, su significado se precisó para aplicarse a pintores como Gustave Courbet que, ante temas grandilocuentes y las escenografías del Romanticismo, llevaban a sus lienzos sencillas escenas de la vida cotidiana; después se aplicó el vocablo a las obras animadas de un propósito análogo de recoger fieles testimonios de la sociedad de la época.
Hacia 1827 en Francia una serie de escritores y críticos presentan presentan ya el realismo como una nueva estética alejada u opuesta a la romántica. En 1856 aparece una revista titulada precisamente Realismo.
El Realismo surgió en la Francia de la primera mitad del siglo 19. Se inició con autores como Balzac y Stendhal, y se desarrolló con Flaubert.
En España, el inicio realista coincidió con acontecimientos históricos capitales. Surgió hacia 1870, después de La Gloriosa, y tuvo su apogeo en la década de 1880. Finalmente decayó en la década de 1900.

Características

Procura mostrar en las obras una reproducción fiel y muy apegada de la realidad.

Se opone al romanticismo en su rechazo de lo sentimental y lo trascendental; aspira, en cambio, a reflejar la realidad individual y social en el marco del devenir histórico.

Debido a su afán verista o de verosimilitud, el realismo literario se opone asimismo directamente a la literatura fantástica.

Hace un uso minucioso de la descripción, para mostrar perfiles exactos de los temas, personajes, situaciones e incluso lugares; lo cotidiano y no lo exótico es el tema central, exponiendo problemas políticos, humanos y sociales.

El lenguaje utilizado en las obras abarca diversos registros y niveles de lenguaje, ya que expresa el habla común y se adapta a los usos de los distintos personajes, que son complejos, evolucionan e interactúan influyendo en otros.

Las obras muestran una relación inmediata entre las personas y su entorno económico y social, del cual son exponente; la historia muestra a los personajes como testimonio de una época, una clase social, un oficio, etc.

El autor analiza, reproduce y denuncia los males que aquejan a su sociedad.
Transmite ideas de la forma más verídica y objetiva posible.



Su trayectoria
 que rechaza la especulación pura y la metafísica; en Inglaterra domina el pensamiento empírico del utilitarismo (Jeremy Bentham, John Stuart Mill) y el evolucionismo que Charles Darwin expone en su Origen de las especies (1859) pone de moda las ciencias naturales y la clasificación empírica de los hechos, haciendo notar que todos los seres humanos están encadenados al medio ambiente, que los moldea mediante la "adaptación al medio" en una "lucha por la vida" que provoca una "selección natural"; el filósofo Herbert Spencer crea con este fundamento el Evolucionismo social y cultural, al que se adhiere el mismo Comte. El experimentalismo se desarrolla con el fisiólogo francés Claude Bernard, quien publica en 1865 su método experimental aplicado a la medicina. Por último, se desarrolla una nueva ciencia, la genética, a partir de que el botánico austriaco Gregor Mendel publique en 1865 sus leyes de la herencia. Por otra parte, la izquierda hegeliana desacredita la religión (Ludwig Feuerbach) y las esperanzas de redención fuera de este mundo y, sobre todo Karl Marx, llama la atención sobre los condicionantes económicos y sociales de los pueblos o materialismo histórico y la lucha de clases y afirma que la realidad no debe ser teorizada, sino transformada.

 Charles DickensLa clase media empezó a notar los efectos beneficiosos del progreso, pero también los nuevos problemas a que daba lugar, hasta entonces desconocidos, como un cambio esencial de valores desde los tradicionales que dominaban en los ambientes rurales a los urbanos, más cínicos, individualistas y materialistas. Este contexto favoreció el realismo como estilo literario y la prosa narrativa como 
género dominante, puesto que permitía reconstruir la realidad de una forma flexible y alejada de retóricas pasadas y moldes fuera de uso y dejaba libertad al escritor para elegir temas, personajes y situaciones. Por eso la novela fue aumentando su popularidad gracias a su vinculación con la prensa periódica, vehículo a través del que se difundieron, por entregas, numerosas narraciones económicas que, de esa manera, llegaron a un público más amplio que nunca hasta entonces, gracias al abaratamiento de los materiales librarios de impresión y edición y la alfabetización masiva por parte del estado, una de las conquistas de las revoluciones burguesas, para garantizar en principio la igualdad ante la ley.


La libertad política y religiosa, la soberanía popular, el sufragio universal y las reivindicaciones sociales fueron motores que desde ese momento movilizaron en toda Europa a las masas de trabajadores y las impulsaron a participar en los acontecimientos políticos. Doctrinas como el socialismo y el marxismo tuvieron una rápida aceptación y contribuyeron a crear entre los obreros una viva conciencia de clase, que prendió con gran fuerza entre el proletariado urbano, surgido como consecuencia de la revolución industrial, sometido a condiciones de trabajo infrahumanas y que sobrevivía a duras penas en las ciudades. Cuando este proletariado adquirió conciencia de clase entró en pugna con la burguesía, que de ser clase revolucionaria que lucha contra el Antiguo Régimen pasó a ser clase dominante y conservadora.

El origen del realismo literario europeo hay que buscarlo en la literatura española medieval y la novela picaresca española y, en concreto, en la versión que configuró sobre esa tradición el novelista Miguel de Cervantes. El desmitificador modelo cervantino influyó poderosamente en la literatura europea posterior, pero el descrédito por el que pasó el género narrativo durante el siglo XVIII aplazó su influjo europeo hasta bien entrado el siglo XIX, salvo en el caso de Inglaterra, que en el siglo XVIII comenzó su propio realismo de la mano de Daniel Defoe, Samuel Richardson o Henry Fielding, entre otros, y del que buena parte de los escritores realistas posteriores son deudores.
 Leopoldo Alas Clarin

La novela realista europea viene a ser la épica de la clase media o burguesa que ha conseguido —a lo largo de sucesivas revoluciones que le han ido confiriendo cada vez mayor poder (1789, 1820, 1830 y 1848)—, instalarse como clase dominante en todos los aspectos de la vida, incluido el cultural y el estético. Los ideales burgueses (materialismo, utilitarismo, búsqueda del éxito económico y social) irán apareciendo en la novela poco a poco, y en su fase final también irán apareciendo algunos de sus problemas internos (el papel de la mujer instruida y sin embargo desocupada; el éxodo del campo a la ciudad y la mutación de valores subsecuente, por ejemplo). Por otra parte, cuando se vayan reiterando y agotando los temas relativos a la burguesía, la descripción realista irá penetrando en otros ámbitos y dejará la mera descripción externa de las conductas para pasar a la descripción interna de las mismas, transformándose en novela psicológica y generando procedimientos narrativos introspectivos como el monólogo interior y el estilo indirecto libre. Todo ello posibilitó la aparición de movimientos en cierta manera opuestos, como el espiritualismo, por un lado, visible en la última etapa de narradores realistas como Benito Pérez Galdós, Fiódor Dostoievski y León Tolstói, y el naturalismo, por otro, que exageraba los contenidos sociales, documentales y científicos del realismo, aproximándose a la descripción de las clases humildes, marginadas y desfavorecidas. Los autores tratarán de ofrecer personajes y situaciones comunes, lo que convierte a la obra literaria en una fuente de primer orden para el conocimiento del pasado histórico, aún teniendo en cuenta las precauciones que deben tomarse para un uso documental de las fuentes literarias.

En Francia fueron escritores realistas Henri Beyle Stendhal, Honoré de Balzac y Gustave Flaubert. En el Reino Unido destaca Charles Dickens; en Rusia León Tolstói y Fiódor Dostoyevski. En España Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas Clarín y Emilia Pardo Bazán (véase novela realista). Portugal cuenta con Eça de Queiroz. En Italia, el movimiento se denominó verismo y tiene a su más caracterizado representante en Giovanni Verga. En cuanto a la literatura escrita en alemán, es un movimiento de este sesgo el llamado Biedermeier y pueden considerarse realistas los novelistas suizos Albert Bitzius (que utilizaba el seudónimo Jeremías Gotthelf), Gottfried Keller, Conrad Ferdinand Meyer, el austríaco Adalbert Stifter y los alemanes Friedrich Hebbel, Theodor Storm, Theodor Fontane, Gustav Freytag y Wilhelm Raabe, aunque esta estética todavía continuó renovándose durante el siglo XX a través de la obra literaria de Thomas Mann.

Autores y sus características
Comencemos con los autores españoles:
Juan Valera (1824 – 1905)
Hijo de familia noble, fue un hombre culto y refinado. Aunque empezó a escribir cuando casi tenía 50 años, es uno de los escritores más destacados del realismo. Su obra, aunque escasa, destaca por su perfección formal y buen gusto literario. Hombre inteligente que supo mostrar en sus textos el equilibrio entre un escritor de ideología conservadora y unos contenidos sin exceso de dogmatismo.
Su novela más conocida es Pepita Jiménez. Narra la historia de un seminarista (estudiante de sacerdocio) que se enamora de una joven con la que su padre viudo pensaba casarse. Al final triunfa el sentido común, inspirado en el reformismo ilustrado del siglo XVIII.

Autor de prestigio en su momento, hoy es un novelista prácticamente olvidado. Su extensa obra narrativa la componen principalmente novelas de ambientación rural. Se enfrentó abiertamente con los escritores progresistas y muchas de sus novelas son respuestas literarias a los planteamientos de éstos y, por tanto, en  defensa de la iglesia, los valores tradicionales y el conservadurismo político.
Escribió sus mejores obras en las últimas décadas del siglo, cuando dejó a un lado el realismo de tesis (aunque su idea del mundo no hubiera cambiado). Entre sus mejores novelas están: Sotileza (1885), epopeya de la noble y dura subsistencia de los pescadores en Santander; y Peñas Arriba, (1895), sobre la vida rural en la montaña cántabra.

Benito Pérez Galdós. (Gran Canaria 1843 – Madrid 1920)
Es el escritor más importante del realismo y uno de los novelistas españoles  más grandes de todos los tiempos. Estudió derecho pero se dedicó a la literatura desde muy joven.
Hombre sin prejuicios y de ideología progresista, trató en sus novelas de observar la realidad para ofrecer “respuestas literarias” que ayudaran a resolver los males de España. Se ocupó de todos los temas importantes y polémicos de aquella realidad a la que tanto intentó describir de la manera más exacta posible. En sus novelas no hay doctrinas morales ni tesis explicitas (excepto en su primera época), pero sí una actitud crítica respecto a todos los problemas sociales de su tiempo, con el ánimo de concienciar  al lector para que reflexione sobre el mundo que tiene a su alrededor. En este sentido, sus novelas plantean problemas comunes como los político-religiosos; la contradicción entre lo tradicional y lo liberal, etc. Y todo ello (de ahí su grandeza) sin descuidar el estudio psicológico de sus personajes. Los personajes de las novelas de Galdós tienen alma, visicitudes, historia… vida propia. Dar vida al personaje es el reto de cualquier novelista,  y en este afán Galdós fue un maestro aún no superado.
Escribió más de setenta novelas que podemos agrupar en las siguientes colecciones:
Los episodios Nacionales: Visión novelada de la historia más reciente de España, desde la invasión napoleónica hasta su tiempo. Destacan Trafalgar y El dos de Mayo.
Novelas contemporáneas de la primera época: El autor agrupó bajo este título sus primeras novelas dentro del realismo de tesis.

María Pereda (1833 – 1906)
Autor de prestigio en su momento, hoy es un novelista prácticamente olvidado. Su extensa obra narrativa la componen principalmente novelas de ambientación rural. Se enfrentó abiertamente con los escritores progresistas y muchas de sus novelas son respuestas literarias a los planteamientos de éstos y, por tanto, en  defensa de la iglesia, los valores tradicionales y el conservadurismo político.
Escribió sus mejores obras en las últimas décadas del siglo, cuando dejó a un lado el realismo de tesis (aunque su idea del mundo no hubiera cambiado). Entre sus mejores novelas están: Sotileza (1885), epopeya de la noble y dura subsistencia de los pescadores en Santander; y Peñas Arriba, (1895), sobre la vida rural en la montaña cántabra.

Benito Pérez Galdós. (Gran Canaria 1843 – Madrid 1920)
Es el escritor más importante del realismo y uno de los novelistas españoles  más grandes de todos los tiempos. Estudió derecho pero se dedicó a la literatura desde muy joven.
Hombre sin prejuicios y de ideología progresista, trató en sus novelas de observar la realidad para ofrecer “respuestas literarias” que ayudaran a resolver los males de España. Se ocupó de todos los temas importantes y polémicos de aquella realidad a la que tanto intentó describir de la manera más exacta posible. En sus novelas no hay doctrinas morales ni tesis explicitas (excepto en su primera época), pero sí una actitud crítica respecto a todos los problemas sociales de su tiempo, con el ánimo de concienciar  al lector para que reflexione sobre el mundo que tiene a su alrededor. En este sentido, sus novelas plantean problemas comunes como los político-religiosos; la contradicción entre lo tradicional y lo liberal, etc. Y todo ello (de ahí su grandeza) sin descuidar el estudio psicológico de sus personajes. Los personajes de las novelas de Galdós tienen alma, visicitudes, historia… vida propia. Dar vida al personaje es el reto de cualquier novelista,  y en este afán Galdós fue un maestro aún no superado.
Escribió más de setenta novelas que podemos agrupar en las siguientes colecciones:
Los episodios Nacionales: Visión novelada de la historia más reciente de España, desde la invasión napoleónica hasta su tiempo. Destacan Trafalgar y El dos de Mayo.
Novelas contemporáneas de la primera época: El autor agrupó bajo este título sus primeras novelas dentro del realismo de tesis. La mayoría de ellas se desarrollan en ciudades de nombre inventado con la intención de establecer un paralelismo ficticio  con la realidad social del momento. Destacan novelas como: Gloria, La Fontana de Oro, El audaz, la familia de León Roch y Doña Perfecta
Novelas contemporáneas de la segunda época.De técnica naturalista, la mayoría se ambientan en la ciudad de Madrid y ya se han desprendido del corsé del realismo de tesis. En ellas Galdós – como en su momento Balzac, por ejemplo- crea un pequeño mundo donde los mismos personajes repiten su aparición en diferentes novelas, con la intención de recrear literariamente un mundo paralelo, lo más verosímil posible, a la realidad del momento. Destacan: Fortunata y Jacinta (1885), La desheredada, Miau, Misericordia o La de Bringas.

Y ahora seguiremos con autores de otros países:
Alessandro Francesco Tommaso Manzoni (1785 – 1873)
fue uno de los mejores poetas y escritores italianos.
La famosísima novela Los novios (I promessi sposi) es su obra más conocida; y aún hoy es considerada una referencia básica dentro de la literatura italiana: asumiendo que la lengua florentina era más culta y característica de Italia que la lengua lombarda del autor, se fue a vivir a Florencia para aprenderla bien y dijo que había tenido que ir «a aclarar la ropa al Arno», es decir, reescribió la obra en italiano de Florencia.

Honoré de Balzaca (1799-1850)
fue un novelista francés representante de la llamada novela realista del siglo XIX.
Trabajador infatigable, elaboró una obra monumental, La comedia humana, ciclo coherente de varias decenas de novelas cuyo objetivo era describir de modo casi exhaustivo a la sociedad francesa de su tiempo para, según su famosa frase, hacerle «la competencia al registro civil».
BIBLIOGRAFÍA